He estado tan cerca de lograr lo que no quiero y tan lejos de alcanzar el sueño que amé hasta que me cansé. *** Desde luego, intento y comprendo las razones y no quiero ocultar a nadie las equivocaciones, sólo quisiera saber, si en el fondo de todo, a pesar de los inconvenientes que eso pudiera provocarte, ¿por qué no me dices derechito y sin remordimientos las opciones que tengo? ¿Por qué siempre ganas? ¿Cómo le haces para tener siempre la palabra exacta, el motivo correcto, el mejor ejemplo? *** Sí, sé que estoy entusiasmado por la idea de seguirte los pasos, porque es la única forma coherente que encuentro en estos terribles días de fatalidad que me acongojan. *** ¡Pero vas muy rápido! Dame tiempo para asimilarlo. Sabes que te necesito mucho antes de que yo me dé cuenta de eso. *** ¿Y no puedes, aunque sea por una sola vez en tu vida, haciendo las correcciones pertinentes, tomar en cuenta alguna de mis opciones? ¿Debo ser siempre yo el que ceda? *** Claro, tienes razón, siempre la tienes y eso es precisamente lo que más odio, pero ¿Qué quieres que haga? Mis reglas han sido insuficientes. *** ¡Me vuelves loco! No tienes una idea del remordimiento. *** Entonces hay alguna esperanza, porque de no ser así, prefiero dormirme ya. *** Es correcto, ¿me puedo dormir? ¿y no despertar jamás? *** Sabes que lo dije porque estoy cansado, cansado de todo, de la vida, del sufrimiento, de que siempre tengas la pinche razón de todo. *** Hasta mañana, que descanses.
Joe Barcala