Joe Barcala
14 de febrero
Amo el instante maravilloso, único, especial, esperado por los millardos de instantes previos, mejor que cualquiera por venir, un universo entero esperando ese parteaguas entre el antes y el nunca más, momento de todos los momentos, glorificado y santificado microsegundo, fuente vital de cualquier sentimiento, que viene a darle significado a todo lo que por esta y ninguna otra razón sucedió, vivificante y endiosado instante en que por vez primera, destinada pero sorpresivamente, has pasado frente a mi, con la firme convicción de ser tú y nadie más que tú, con esa mirada de quien sabe lo que espera, que deseo sea a mi, sin duda; y con la magia entre tus dedos, volcando al universo entero en ese párvulo amor, sobre ese paso fugaz del tiempo, de la etérea casualidad histórica, ha surgido entre las manos de tu cuerpo un tic planeado, quizá fortuito, avasalladoramente necesario, que ha impulsado a esos ojos, distantes y profundos que tuvieron la maravillosa idea de voltear, por primera vez y para siempre, a posar una mirara en mi.
Y de ahí venimos, sólo tú, sólo yo, de ese instante, de ese devenir de la creación infinita, para encontrarnos ese día, en esa hora, bajo ese cielo, entonando un salmo de amor, de esa tierra que brota para despertar a la vida, a la eternidad contigo; víctima de una mirada, caigo como serpentina, rindiéndome a tus pies, a tus labios y a tu espíritu. Y por si poco pudiera parecer, en mi te clavas, y una estrella cree ser indigna de mi y también supones que esa conspiración universal ablandó el terreno para que yo me fijara en ti. ¿Quién me ha creado que pensó en darme lo que ya esperaba desde el instante en que empezó la evolución del mundo? ¿Que ha puesto todas las alfombras bajo los pasos del devenir para darme el placer omnipresente? ¿Acaso un ser infinito y poderoso querría encarnar en un amor tan especial? ¿No será esto pretencioso? ¿Es que yo mismo soy la encarnación de un dios y antes de llegar he puesto todo, tu vida y la mía en el instante mismo en que nuestras miradas se encontraron y cuando finalmente todo lo demás cobró sentido? ¿O es más bien que el golpe ha sido tal que me ciega la luz que emana la belleza más hermosa que ha pisado el multiuniverso que habitamos?
Pero cuán soberbia y extasiada vida he encontrado tras los poros cristalinos de tu alma. Cuán salvaje sensación del cuerpo que estalla en mil pedazos disparados al espacio estelar de la existencia y que pasa iluminando los confines más obscuros de cada rincón interplanetario, más brillantes que un big bang adolescente frente a una pareja que le seduce, que le atrae. No existe, por el momento, un insecto, digamos, una mariposa, o una flor, quizá una rosa, o un mamífero, como la liebre o un reptil, que sirva como ejemplo para expresar la belleza, ni las olas, las montañas o las mismas estrellas. Sólo sé, por eso sé, que debo honrar a mi único pasado realmente válido, a ese instante clavado en mis entrañas, que ha sido el más enriquecedor atuendo de mi vida, el momento feliz de conocerte.
Joe Barcala
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