Joe Barcala
25 de noviembre
De ese tipo de historias que al final uno no sabe si habrá hecho bien o no en leerla. Tiene tantas circunstancias tan inverosímiles como curiosas que a algunos causa extrañeza y a otros admiración.
Lo cierto es que esta novela del alemán Franz Kafka, escrita en 1915 revolucionó para siempre la experiencia de leer novelas; un punto de vista en un ser ajeno que no se había dado hasta entonces. Convertirse en insecto de la noche a la mañana y resolver desde ahí los más insignificantes problemas cotidianos se vuelve una tarea titánica que acaba con su vida, con la estabilidad familiar, los asuntos económicos se vuelven problemáticos y las visitas a la casa debían ser prohibidas. Un hombre frente a un desafío sumamente serio comportándose como niño pequeño ante la imposibilidad de actuar, comunicarse, incluso ponerse de pie.
Una visión que nos acerca de forma inusual a entendernos como raza humana frente a nuestros ridículos problemas, siendo que la vida podría ser peor, si eso puede ser un consuelo; por ello es que al final uno se queda enfrascado en la misma idea, yendo y viniendo y suplicando a la fortuna que Kafka reviva y nos regala una segunda parte, para no agonizar como el protagonista Gregorio Samsa.
Gracias por tantos y tan bonitos comentarios. Sigan haciéndolo.
Joe Barcala
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