Joe Barcala
12 de febrero
Sólo hay una cosa mejor que estar sentado en la orilla de la playa comiendo unos buenos mariscos, bebiendo una cerveza helada, con un libro en la mano que atrapa y lleva por senderos insospechados a mundos maravillosos...
Sólo hay una cosa mejor que saber quién es el que te roba las herramientas del garage o toma tu dinero del cajón o toma veinte minutos extra de tu tiempo sólo para contarte su vida fascinante...
Sólo hay una cosa mejor que el café aromático con amigos de elevada conversación, acurrucadores de sueños, fortalecedores de lazos, bebedores de historias, calibradores de emociones...
Sólo hay una cosa mejor que el tiempo libre en un día de campo en un día soleado con unas carnes asadas y un choricito con queso, bajo las sombras de largos pinos al lado de un río...
Sólo hay una cosa mejor que la cama acompañada en la noche fría en el hotel campestre del día nostálgico con neblina recurrente y velas románticas, docenas de rosas y aroma exquisito...
Sólo hay una cosa mejor que el buen servicio en la más complicada oficina burocrática, atendido a la primera, sin hacer corajes, con un gran descuento en los cargos fiscales y con la sonrisa del servidor...
Sólo hay una cosa mejor que el encuentro fortuito de un amor adolescente que se cruza por la calle en el momento que más se le deseaba, muchos años después, y dice que volvamos...
Solo hay una cosa mejor que eso, que todo eso junto, que es la vida, que nos da todo lo que vemos y tocamos, que deseamos y sentimos, que pensamos y peleamos. Esa maravilla que nos dio entender y nos permitió ser conscientes del fenómeno crucial, ser testigos del tiempo y la historia, el monstruo de la guerra y la inocencia de los niños.
Joe Barcala
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