Joe Barcala
24 de noviembre
Apenas él le amalaba el noema, a ella se le agolpaba el clémiso y caían en hidromurias, en salvajes ambonios, en sustalos exasperantes. Cada vez que él procuraba relamar las incopelusas, se enredaba en un grimado quejumbroso y tenía que envulsionarse de cara al nóvalo, sintiendo cómo poco a poco las arnillas se espejunaban, se iban apeltronando, reduplimiendo, hasta quedar tendido como el trimalciato de ergomanina al que se le han dejado caer unas fílulas de cariaconcia. Y sin embargo era apenas el principio, porque en un momento dado ella se tordulaba los hurgalios, consintiendo en que él aproximara suavemente sus orfelunios. Apenas se entreplumaban, algo como un ulucordio los encrestoriaba, los extrayuxtaba y paramovía, de pronto era el clinón, la esterfurosa convulcante de las mátricas, la jadehollante embocapluvia del orgumio, los esproemios del merpasmo en una sobrehumítica agopausa. ¡Evohé! ¡Evohé! Volposados en la cresta del murelio, se sentían balpamar, perlinos y márulos. Temblaba el troc, se vencían las marioplumas, y todo se resolviraba en un profundo pínice, en niolamas de argutendidas gasas, en carinias casi crueles que los ordopenaban hasta el límite de las gunfias.
ANÁLISIS: No seré el primero ni el último en hablar sobre este controvertido capítulo de la famosa novela de Julio Cortazar. Incluso no seré el mejor, especialmente al contar con un espacio tan limitado. Este "poema" contiene muchos neologismos, es decir, palabras nuevas, inventadas por el autor. Con él podemos comprobar que es el lector, osea tú y yo, quienes hacemos la tarea más importante, la de colocar los significados a las palabras según nuestra propia experiencia, nuestra sensibilidad e imaginación. Durante un ejercicio con el círculo de lectura para padres de familia en el Tecnológico de Monterrey campus Puebla, ellos me decían frases como: "es profundamente evocador", "no deja nada a la imaginación", y hubo una mamá que dijo: "me parece placentáfulo".
Lo maravilloso de un trabajo literario como el que realizó siempre el inolvidable Cortázar es que nos eleva el espíritu, produce nueva materia, como el choque de dos galaxias que generan estrellas, así la obra literaria, y en particular este fragmento de Rayuela, nos invita a pensar, a intuir, a dialogar con nuestro interior, a discutir nuevas formas de expresión, a ensayar nuevos lenguajes; como cuando se aprecia una escultura o pintura o danza o se disfruta una canción. Las palabras conocidas en el texto ayudan a materializar, a desprender un significado a los nuevos vocablos, en los infinitos pensamientos de los universos que hay en cada cabeza.
Joe Barcala
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