Joe Barcala
27 de enero
Ahora que vemos tantas publicaciones en contra de los ambiciosos, de quienes se han apoderado del dinero de la gente, de quienes se exceden en el uso y abuso de la fuerza pública, me tomo el permiso de compararlo con uno de los temas favoritos de los escritores barrocos del siglo XVII: en ellos, se critica y satiriza sobre la ambición, el poder y el dinero. La brevedad de la vida, vista como un paso rápido hacia la muerte, es otro tema que atormenta a los hombres del Barroco. Escriben para impresionar los sentidos y sacudir la inteligencia con estímulos violentos. Para lograrlo, utilizan un lenguaje retorcido y ampuloso, y por ello dificulta su comprensión. Veamos este ejemplo:
ADVERTENCIA A UN MINISTRO (Quevedo)
Tú, ya, ¡oh ministro!, afirma tu cuidado
en no injuriar al mísero y al fuerte;
cuando le quitas oro y plata, advierte
que les dejas el hierro acicalado.
Dejas espada y lanza al desdichado,
y poder y razón para vencerte;
no sabe pueblo ayuno temer muerte;
armas quedan al pueblo despojado.
Quien ve su perdición cierta, aborrece,
más que su perdición, la causa della;
y ésta, no aquélla, es más quien le enfurece.
Arma su desnudez y su querella
con desesperación, cuando le ofrece
venganza del rigor quien le atropella.
Con ello advierte al poderoso, en la persona de un ministro, lo peligroso que es humillar al pueblo, pues es darle razones para rebelarse contra quien gobierna mal.
Por lo que vemos, esto de rebelarse no es nada nuevo; esto de replantear la vigencia de un voto tan sólo un año después de la elección es resultado del abuso del poder de unos, que desde luego no gusta al pueblo y tiene la necesidad de enfrentarle, porque tampoco es escuchado.
Joe Barcala
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En la pintura, está El Alquimista de Anthony Van Dick; apreciamos que hay muchas obras de carácter elaborado dentro del barroco, unos exageran formas y contenido mientras otros exageran los detalles y la pulcritud de sus obras. Por ello no se puede reducir tan basta producción a una sola lente crítica. Esta obra refleja el estado de la gente que produce, como la que mantiene, en ese entonces también, a las estructuras del poder.