En ese momento no estoy para juzgar la realidad de mi sueño, ni siquiera si tiene un sentido práctico. Edifico sobre esa mi fantasía las graciosas formas gráciles de un cuerpo que se agita sin cesar por toda mi habitación, incluso suponiendo que no hay leyes de gravedad, caminando por el techo, en él me desplazo y llegando al otro lado, ya tengo todo ensayado, bajo de nuevo al piso caminando por la pared y evitando las ventanas. Sí, ahora no has llegado, pero te tengo preparada la sorpresa porque la he ensayado más de veinte veces. Ya están hartos del otro lado de la puerta con la misma canción que llevo practicando todo el día. Finalmente llegas, mi sueño es mostrarte esta osadía, un momento en el tiempo, una canción de maravilla, un ritmo que contagia, una coreografía que he de enseñarte con el tiempo y finalmente la indiscutible tecnología que me lleva al techo, quizá con algún efecto de vídeo, para hacer de este momento, un perenne encuentro con el arte.
Y me dices cómo fue tu día. No le pongo atención, en verdad no quiero perder detalles de las cosas que he soñado en este vuelo de mi imaginación. Algo te tiene así, con esos ojos aborregados, mórbidos de desilusión. ¡Pero vas a ver cuando te cuente los brillos que iluminan el final de la canción! Ah, olvidarás los pesares, viajaremos en el tiempo y el espacio. Se asomaron finalmente unas lágrimas. ¿Qué te pasa? Y la pregunta no sé si te ofendió. Has dejado tu carpeta y el suéter que protege los hombros descubiertos del incesante frío del invierno que hay por fuera. ¡No te vayas! Aun no has visto lo que tengo preparado. Y detienes tu carrera en el pasillo mal iluminado. Ven, te digo, que tengo para ti una linda sorpresita.
Cuanto antes te convenzo mejor saldrán las cosas. Ingresamos con la puerta por detrás y activo finalmente el sonido del equipo, poniendo empeño en mis gráciles curvas adolescentes, quizá exagero, pero de ellas espero tu metamorfosis anímica. Y empiezo a dar unos cuantos pasos, no completo aun la primera octava cuando veo que tus lágrimas abundan en los ojos.
¿Lo hice mal? No lo creo, pero este no es el día de mostrar al mundo la fragancia de un recital musical. Este es un día de trabajar el ministerio del amor y la comprensión por ti. Tú me has dado tantas alas a esta corta vida; somos uno y ya lo sabes; dime entonces qué te pasa. Tiempo habrá para caminar por el techo.
Joe Barcala
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