Si de derechos se trata, debemos quedar claros de una cosa: justicia implica correspondencia, reparto equitativo. Hoy día, eso no existe en ninguna de sus formas. Primero: la mujer no es tratada igual en oriente que en occidente, pero tampoco el hombre, ni las llamadas clases sociales debieran existir, ni la pobreza, ni la trata de personas. Ni siquiera sería necesario pedir respeto. Mucho menos tendían que preocuparnos las religiones en las que abunda la misoginia, la homofobia y la incubación de fundamentalistas; aunque no sean todas, sí son ellas el común denominador. La política ni se diga. Las empresas, los padres y madres, los maestros y maestras, hasta los sitios de internet son selectivos al igual que su acceso. No hay igualdad por ningún lado.
Es buena la diversidad, pero debe ser con igual trato. Ya ni siquiera se respeta la palabra empeñada. Hoy no se sabe si estamos hablando con alguien de fiar. ¿Acaso no nos damos cuenta que tener un DÍA INTERNACIONAL DE LA MUJER es un síntoma de que vivimos en un absurdo? La igualdad debería ser la piedra angular de todas las relaciones humanas, además, hay también hombres que la pasan muy mal: piense en los cientos de jovencitos que se quitan la vida por no soportar el estereotipo de ser hombre. Piense en los millones de padres de familia que no aguantan el compromiso de mantener una familia, como si esto fuera la obligación de uno solo y como si no se tuviera que depender de las crisis económicas que él no puede controlar.
Pero las mujeres requieren una atención especial, desde luego. No se les ha dado la oportunidad -en muchos de los casos- de liderar, de administrar y hasta de equivocarse. Recuerdo que hace años las mujeres predominaban en los accidentes de tráfico; hoy día es más fácil ver a los hombres involucrados, quizá porque iban alcoholizados, distraídos o estresados. Las mujeres -en su mayoría- han asumido el rol de manejar mucho mejor de lo que muchos hombres hemos asumido el rol de cumplir con la familia al 100%. Eso significa que como cualquiera, están tan habilitadas para, incluso, intercambiar roles con los hombres. Hay mujeres que cubren ambos roles al mismo tiempo y con mejores resultados.
Dejémonos de etiquetas, no a la discriminación en ninguna de sus manifestaciones: ni a mujeres, ni hombres, obreros, obreras, empresarias, empresarios, estudiantes, de preferencias sexuales distintas. Debe haber sacerdotisas, pastoras, presidentas, fútbol de hombres, de mujeres y mixtos, de otro modo, otros seres que hay en la Tierra como los animales, nos estarán demostrando que son mucho más inteligentes que nosotros los humanos.
Joe Barcala
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