Hace cuatro años sufriste un accidente cerebro vascular y te quedaste confinado a una cama. La mayor parte de tu cuerpo quedó sin daño, pero tu cerebro no lograba coordinar las acciones del mismo. Por lo que tuve que hacerme cargo al cien por ciento de tu atención. Me dejaste muy complicada la vida. Mucha gente buena me ayudó a mantenernos, permitir que nuestros hijos siguieran asistiendo a la escuela, los llevan y traen del colegio. Las escuelas no nos cobran los gastos. Tu empresa desapareció con los gastos hospitalarios. Comemos con el apoyo de la familia. Lo peor fue la noticia de encontrarme en tu computadora la infinidad de fotografías de mujeres y niñas desnudas que tenías.
Al principio te odié. Pero me di cuenta que los niños no merecían la imagen de un padre pervertido y sucio como el que tienen. Me daban ganas de matarte de una vez. Mis valores te salvaron.
Hace un par de meses finalmente te despertaste y empezaste a moverte. Pensé que te iba a poner de patitas en la calle en cuanto fueras capaz de valerte por ti mismo. Sin embargo, me he dado cuenta que tú ya no eres la misma persona. Se te nota noble, agradecido, bondadoso. Has olvidado casi todo tu pasado, ahora preguntas por las necesidades de los niños y las mías. Tus ojos se han vuelto tiernos y sinceros. Tu amor por mí ha renacido y ahora procuras levantarte temprano para ayudar en lo que puedes, porque todavía no estás listo para salir a lidiar con el mundo. Ahora la que no tiene valores soy yo, que día a día me tengo que enfrentar a tanta gente ingrata, sucia, abusiva, lisiada moralmente. Por eso, me ha dado la sensación de que tú no eres culpable de aquella perversión en la que vivías; todo en la ciudad te orilló; como quiere hacerlo conmigo. De no ser por tanta buena gente que nos ha apoyado estos años, que me confortan y me mantienen firme en el compromiso de cuidar a nuestros hijos. Bienvenido de nuevo a la vida. Ojalá que podamos rehacer lo bueno y dejar atrás lo malo.
Al principio te odié. Pero me di cuenta que los niños no merecían la imagen de un padre pervertido y sucio como el que tienen. Me daban ganas de matarte de una vez. Mis valores te salvaron.
Hace un par de meses finalmente te despertaste y empezaste a moverte. Pensé que te iba a poner de patitas en la calle en cuanto fueras capaz de valerte por ti mismo. Sin embargo, me he dado cuenta que tú ya no eres la misma persona. Se te nota noble, agradecido, bondadoso. Has olvidado casi todo tu pasado, ahora preguntas por las necesidades de los niños y las mías. Tus ojos se han vuelto tiernos y sinceros. Tu amor por mí ha renacido y ahora procuras levantarte temprano para ayudar en lo que puedes, porque todavía no estás listo para salir a lidiar con el mundo. Ahora la que no tiene valores soy yo, que día a día me tengo que enfrentar a tanta gente ingrata, sucia, abusiva, lisiada moralmente. Por eso, me ha dado la sensación de que tú no eres culpable de aquella perversión en la que vivías; todo en la ciudad te orilló; como quiere hacerlo conmigo. De no ser por tanta buena gente que nos ha apoyado estos años, que me confortan y me mantienen firme en el compromiso de cuidar a nuestros hijos. Bienvenido de nuevo a la vida. Ojalá que podamos rehacer lo bueno y dejar atrás lo malo.
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