Primero la cabeza, luego un diente y sobre ese una cubierta algo pegajosa, es cierto. Con los dedos empieza a friccionar para poder quitarle esa capa multihojas de su cáscara. El olor se nota desde lejos. Frotar y finalmente se queda con una fina capa más delgada que el papel de china, sólo que mucho más resistente. Siempre se ve tentado a incrustar las uñas para quitarle de un sólo paso todas las capas de cubierta. Finalmente el diente está asomándose, pero el resto de las capas se aferra a la pulpa. ¡Qué difícil resulta quitarlo! Mejor lo meto diez segundos al microondas y todo queda liberado. Es un efecto de dilatación que separa al diente de su capa. También resulta fácil de quitar si con el cuchillo se corta en una orilla del ajo (la parte dura) y quitando ese milímetro todas las capas del forro se caen de inmediato. Cuan gracioso resulta este fruto, delicioso como condimento, pesado al estómago si no se sabe que al freírlo no debemos dejarlo mucho tiempo; la mejor opción es que se caliente el aceite hasta que empiece a freír y separarlo, cuando enfríe lo acercamos de nuevo al fuego y esperamos que caliente de nuevo y así unas cuatro o cinco veces hasta que su cubierta quede doradita. Un ajo quemado amarga y daña el estómago, pero así, ni siquiera se repite (efecto desagradable de volver a sentir su sabor en la boca). Y ahora nos alejamos, observamos la cara del comensal y vemos cómo disfruta con placer ese delicioso sabor indescriptible, único, inmejorable. Acentúa siempre las mejores recetas, ayuda a un mejor funcionamiento de casi todos los órganos digestivos, limpia las venas de agentes bloqueadores como las grasas que son como los políticos, esos que no dejan avanzar, tienen bloqueado el progreso del país. Lo bueno es que los ciudadanos tenemos capas de protección y ellos no saben que nos aflojamos en el microondas; tienen, sin embargo, un cuchillo para pelarnos hasta quedar desnudos. ¡Pero qué ricos somos! Sólo que a muchos podemos indigestar. Creo que ya cambié de canal, pero es que los ajos somos así... una vez que nos has comido, nos disfrutas y luego te olvidas. A veces solemos indigestar.
Así, el ajo es tan rico que te lleva a levitar, metafóricamente, desde luego.
Joe Barcala
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