miércoles, 25 de junio de 2014

CAMBIO DE TÁCTICA


Publicado el 25 de junio de 2014

Propongo que ya no hagan más parques, ya tenemos muchos, además, los árboles tiran hojas y ramas que tapan las coladeras. Impiden la visibilidad de las nubes y los cielos estrellados. Sólo sirven para que los perros vayan a orinar y levantar la patita marcando su territorio. Son un gasto inútil que serviría para dotar de mejores prestaciones a nuestros funcionarios públicos que seguramente la pasan mal porque siempre están buscando dádivas.
Propongo que no hagan más escuelas, de por sí los niveles escolares están por los suelos. Se sabe que se desperdicia el 31% del tiempo de clase en labores administrativas. Los niños y jóvenes no van a volver a tocar un libro en su vida. De cualquier forma, el 90% de las personas ni siquiera se dedica a lo que estudiaron. Sólo se leen en promedio 2.9 libros por persona al año. Eso quiere decir entonces que los mexicanos somos y nos debemos al fútbol y las telenovelas. ¿Para qué malgastar el erario en construcciones que con el paso de los años se están cayendo porque no hay presupuesto para repararlas? Mejor invirtamos ese dinero en casinos, porque han cerrado muchos últimamente. Quizá con ello, la suerte y la Virgen de Guadalupe, los mexicanos nos volvamos la nación más suertuda del mundo y se acaben nuestros problemas.
De paso, vendamos PEMEX, todo de una vez. ¿A quién le interesa una empresa que causa tantos problemas? Todo por la ambición y el malgasto de algunos políticos. Son productos altamente contaminantes y ya vienen las fuentes de energía como la eólica o la solar. Si hay algún astuto como el que compró Telmex hace unos años y la convierte en un riquísimo emporio que lo lleve a ocupar los primeros lugares de riqueza acumulada en el mundo, dándole la petrolera a un precio irrisorio, le facilitaremos la vida; generará empleos y no tendrá que pagar impuestos.
Dejemos que se roben los votos. Qué más da. Al fin y al cabo no demuestran otra cosa que sus mezquinas intenciones de tener poder, lo único que nos pueden quitar es la sonrisa de los labios. Si quieren quedarse ahí otros 70 años o más, nadie se va a dar cuenta, porque ni nos importa. Cada seis años, además, nos regalan despensas, tarjetas de Monex y Soriana que a nadie caen mal. Mientras tanto, gocemos de sus obras, escandalosas, ruidosas para sentirnos en el primer mundo por algún tiempo, hasta que empiezan a caerse, desmoronarse. Además, se ven tan lindos paseándose en aviones lujosos y presumiendo sus botas con los reyes de España y otras naciones. Sus vidas son una verdadera telenovela.
Y si de telenovelas hablamos, exijamos que amplíen el horario de las mismas. ¿Qué tal el canal TLNOVELAS? Todo el día podemos entretenernos con dramas tan sofisticados y meritorios del Óscar y el premio Nobel. No puedo entender cómo hay gente que se queja de eso, si nos ayudan a soportar el tedio de la vida, lo aburrida que puede ser una semana de puro trabajo con patrones gritones, compañeros envidiosos y sin cerveza. Pero como no todos tienen ese canal porque es de paga, exijamos que lo pongan en cadena nacional o que quiten las noticias, al fin y al cabo siempre son lo mismo, muertos por aquí y por allá y sólo números de la bolsa que a nadie interesa.
Necesitamos más dioses, los que tenemos no llenan todo el perfil. Quizá un dios que jale agua para nuestro molino, que nos dé la tan anhelada copa FIFA. Un dios para los turistas, uno para las inundaciones, otro para los deslaves y los asaltos carreteros. Necesitamos soñar que alguien podrá venir a dar la vida y la cartera por nosotros, que se ofrezca a sí mismo en sacrificio para que no nos quiten los puentes y los asuetos. Uno que no exija que tengamos 200 días de clase y juntas escolares. Uno de esos súper poderosos que pague la deuda de los estados y la dieta de los diputados. Uno que en lugar de pedir diezmo nos lo pague. Pero uno que sí nos cumpla porque por pedir no fallamos. Pedimos un mejor gobernante y zaz! Que nos mandan a los mismos. Pedimos un mejor año y mira el que estamos viviendo. Suplicamos y de rodillas nos vamos a la villa a implorar que no nos secuestren a los parientes o que bajen los impuestos y ¡zaz! Que nos desaparecen a la familia y que nos suben los impuestos, nos cambian automáticamente de régimen impositivo y nos obligan a invertir en un sistema para emitir facturas. ¿Qué dioses tan incomprensivos tenemos? Necesitamos nuevos.
Que eliminen a todos los animales callejeros. Nosotros no los pedimos. Que se los lleven de alimento a los animales del zoológico. Que los torturen por andar regando sus suciedades en las calles. Porque si a mí nadie me comprende, ¿por qué he de ser yo comprensivo con los animales?
Y que no pase como le sucedió a Jorge Ibargüengoitia, quien dijo en 1973 que los autos no circularan para que la ciudad no se contaminara; lo dijo con ironía y ¡zaz! Que lo llevan a la práctica. Este artículo, el mío, es irónico. Por favor, no lo lleven a la práctica. No son ideas para que se agarren de ahí algunos y se pongan a hacer sufrir animalitos. Ojalá sirva de reflexión.
Joe Barcala

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