Joe Barcala
4 de diciembre
Infinidad de historias noveladas dan cuenta del interés de los públicos lectores por este tema; se trata de un culto colectivo a conocer cómo se da el salto natural entre la infancia y la madurez que invoca a los curiosos, incluso a los conocedores del tema, porque es una etapa única en la vida humana que suele ser comparada con los demás. Se quiere saber, por instinto o cultura, cómo resuelven los demás la variedad de conflictos psicológicos que rodean a este trance; la metamorfosis de niños a mayores.
Si bien resulta interesante acompañar a los personajes en sus, algunas abruptas, otras románticas o valientes, mutaciones, es tal vez más interesante aun cuando los narradores nos asombran con mágicas situaciones en la vida de sus creaciones literarias, léase protagonistas. Niños que, después de una tragedia familiar, se ven envueltos en dramas sociales que terminan con el primer amor de su vida en esa adolescencia descubierta gracias a una aventura inesperada. Niñas que sufren encarcelamiento de parte de sus padres, a quienes se les ha prohibido cualquier tipo de contacto con chicos de su edad y que aceptan resignadas, hasta que, accidentalmente, un chico les cae como anillo al dedo. Pequeñas que son robadas por proxenetas para ser prostituidas y que suelen despertar la ternura de los lectores y de algún personaje benefactor que las rescata de las garras de sus secuestradores. Historias de amistad que después de un impulsivo beso, se vuelve un tormento para los protagonistas y que el escritor les lleva a una separación involuntaria que prolonga su romance a través de cartas, creando un altar a su coraje y entrega a distancia.
Sin duda, uno de los más gozosos temas del análisis literario es descubrir los elementos de la trama, de la psicología, del manejo de acciones, de la retórica y de cualquier otro manejo simbólico en las novelas y cuentos, y confrontarlos con las no menos interesantes historias de la vida real, de otras novelas intertextualizadas del escritor en cuestión o de otros contemporáneos.
Joe Barcala
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