Joe Barcala
23 de noviembre
Muchos años después, frente al pelotón de fusilamiento, el coronel Aureliano Buendía había de recordar aquella tarde remota en que su padre lo llevó a conocer el hielo. Macondo era entonces una aldea de veinte casas de barro y cañabrava construidas a la orilla de un río de aguas diáfanas que se precipitaban por un lecho de piedras pulidas, blancas y enormes como huevos prehistóricos. El mundo era tan reciente, que muchas cosas carecían de nombre, y para mencionarlas había que señalarlas con el dedo. Todos los años, por el mes de marzo, una familia de gitanos desarrapados plantaba su carpa cerca de la aldea y con un grande alboroto de pitos y timbales daban a conocer los nuevos inventos. Primero llevaron el imán. Un gitano corpulento, de barba montaraz y manos de gorrión, que se presentó con el nombre de Melquíades, hizo una truculenta demostración pública de lo que él mismo llamaba la octava maravilla de los sabios alquimistas de Macedonia.
ANÁLISIS: Debido a la limitación de espacio, hablaré sólo del tiempo y sólo en este fragmento. Imagine una linea del tiempo, luego procure situar el inicio de una historia en la división entre la primera y la segunda parte. Ahí empieza su historia. Y luego se supone que se recorre el tiempo de forma cronológica (hacia su derecha). Si, por alguna razón, el autor manda a llamar el pasado, se llama regresión, y si manda a llamar al futuro, le llama anticipación. Note en el fragmento de arriba que la historia empieza directamente con una anticipación (muchos años después frente al pelotón de fusilamiento) y luego una regresión (había de recordar aquella tarde remota en que su padre lo llevó a conocer el hielo). Y continúa con la regresión explicando cómo era Macondo en aquella remota tarde... Y sin volver al presente, el narrador omnisciente se va más atrás, enlistando las visitas de los gitanos, y en esa lista (regresión de la regresión) les llevaron el imán, como primer objeto. Y ahora ya estamos con los sabios alquimistas de Macedonia (una regresión más). Y así durante cuatrocientas páginas.
Leerla es ya un ejercicio mental impresionante. Analizarla, es una labor titánica (quizá por ello tardaron 15 años en darle el Nobel aGabriel García Márquez por esta fascinante historia que, además del manejo del tiempo y el realismo mágico, está plagada de símbolos y narrada con el estilo del subjetivismo moderno, dando saltos de una historia a otra, como lo hacen los pensamientos humanos naturalmente.
Y podría escribir tres libros con el análisis de uno. Gracias.
Joe Barcala
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