Vengo de un mundo sin tiempo en el que el día y la noche no cambian su realmente hermosa intermitente funcionalidad de la que ahora aprecio pues no es igual vivir en el limbo para gozar de ambas caminando hacia el este para llegar al hálito nocturno y luego volver al oeste para recibir los rayos de luz de la estrella inmaculada que tuerce el espacio que circunda con solo su fuerza gravitaroria de cientos de años luz por su inmensidad ciertamente fortificante de estas almas perdidas en su órbita y que hoy llegando al sol amarillo que a ustedes alimenta me doy cuenta de su bondad por dejarles libres girar en el espacio regalando amaneceres de sombras variables sobre los árboles y montañas y que heredaron a sus palabras espacios de respiro a sus lecturas llamadas comas que no conozco y que a veces creo que no las necesito.
Joe Barcala
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